Según el programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, PNUMA, la tasa de extinción de las especies protegidas es entre cien y mil veces superior a los niveles esperados de forma natural.
Esto se debe al crecimiento del comercio ilegal de especies protegidas de fauna y flora, que cada año genera 19 mil millones de dólares siendo el cuarto delito más lucrativo del mundo.
A todo esto se suma el deterioro del medio ambiente para especies como el oso polar, las ballenas o algunas aves migratorias, el robo y abuso de los recursos naturales está vinculado a la pobreza y sería paliado potenciando el desarrollo sostenible y economías «verdes».
El director del PNUMA, Achim Steiner, afirma que «al margen del papel de los Gobiernos, nosotros, como ciudadanos, tenemos un papel vital para lograr el cierre de los mercados que sostienen este comercio ilegal, que amenaza la supervivencia de especies icónicas como los elefantes y los rinocerontes».
